jueves, 29 de septiembre de 2016

San Ciro



-¡Esas cosas no existen, Hipólito!-

Bebió el último sorbo de una cerveza tibia por el calor seco de la noche y golpeó la barra con el vaso. El hombre que estaba detrás lo tomó con desdén y lo llenó de nuevo.

-Es la última, Arnulfo, ya no son horas.-

-¡No me jodas, Pancho! ¿Me vas a decir que tú también le tienes miedo a las ánimas del purgatorio? En ningún lugar se puede sufrir más que en este mundo. Este pueblo muerto donde nos dejó el Misericordioso comiendo polvo, que es lo único que bien se da. Ni el mismo Dios se acuerda de nuestros pecados, ¡Falta que hiciera!

Hipólito apenado se encogió de hombros.

-Te lo digo de veras Arnulfo, allá en el framboyán seco es donde me llama, es un quejido ahogado pero bien que se distingue, me dice por mi nombre y yo siento que la sangre se me pone helada y ni quiero voltiar a ver. Acuérdate que allá vivía Atanasio y allá mesmo en ese árbol lo colgaron los Colorados, por no querer confesar a dónde fue a parar aquel dinero que había robado y guardaba celosamente, y luego lo dejaron ahí secarse que hasta se nos olvidó, igual que se nos olvidaron las esperanzas de que regresara esa dichosa revolución que nomás pasó a alborotar el polvo y nunca la volvimos a ver, que nos olvidó así mesmo, como dices que el Santo Padre lo hizo. ¿Te acuerdas que cuando por fin lo bajaron se desbarataba a pedazos sobre la tierra, igual de seco?-

-Con mayor razón, ¿cómo le has de tener miedo al pobre diablo de Atanasio? Si en vida no sirvió pa’un carajo, muerto no ha de servir de más, sólo para hacer más polvo en este lugar.-

Arnulfo empinó la bebida, se puso el sombrero, dejó un puño de monedas sobre la barra y se puso de pie.
-Ta güeno pues, 'ai los dejo con sus ánimas.-
Caminó fatigado por el calor de mayo y la polvareda levantada por sus pies le resecaba la garganta, las hojas de los árboles murmuraban mecidas por un viento caliente que alborotaba la tierra en remolinos.

Se sentó en una piedra grande y se puso a escuchar a los coyotes, que le aullaban a la madrugada, entonces sintió un aire todavía más caliente en la nuca, como si le resoplaran, pero no se turbó.

-¿Serás tú Atanasio? me vas a callar la boca, cabrón.-

El aire silbaba al atravesar el viejo framboyán que se erguía sobre la figura de Arnulfo. Un quejido sordo lo hizo voltear. Ahí sentado en las raíces del árbol se encontró la figura de un hombre perdido en la penumbra, ataviado con un sombrero de palma y un sarape que sostenía hasta las narices con sus manos.

-Eres tú Atanasio,  no te tengo miedo. La gente que le tiene miedo a los muertos es porque le tiene miedo a la muerte, a encontrarse con su propio destino y verse en sus ojos, yo ya no le temo... ¡Quítate ese sarape que esta noche es la más caliente que he sentido en muchos años!-

-Yo tengo frío- le contestó una voz fatigada desde donde se encontraba aquella sombra que permanecía inmóvil debajo del framboyán.-

La silueta se incorporó y se aproximó a Arnulfo, arrastrando los pies sobre el polvo. Al fin se dirigió a él con una voz ahogada, como si le faltara el aire:

-Necesito que me hagas un favor- dijo señalando el pie del árbol muerto. –‘ai en debajo tengo un guardadito, es tuyo si me haces ese favor. Tómalo y cuando salgas de este pueblo mándame a hacer dos misas con el dinero, el resto es tuyo, te lo puedes quedar- soltó la mano de la cobija y la levantó buscando la de Arnulfo.

-Ta güeno, pues, si encuentro lo que aseguras yo cumplo ese compromiso-, Arnulfo extendió su mano y estrechó la de aquél hombre, cuyo sarape dejó al descubierto un brazo seco y huesudo, estaba muy fría. Un aire helado estremeció todo su cuerpo, sintió miedo y soltó la mano, cayendo sobre sus espaldas. Al incorporarse no encontró ningún alma, sólo el polvo amarillento que le seguía resecando la garganta y la triste figura del framboyán bajo el abismo.

La noche siguiente era aún más ardiente, Arnulfo salió de madrugada, cuidando no ser visto arreó al jumento hasta donde se levantaba el viejo árbol y encendió una lámpara. Con el machete hizo una marca en la tierra cuarteada por la aridez y a uso de pico comenzó su trabajo.

-Esta tierra es terca como todos los que seguimos viviendo en este infierno, prendados a esperanzas y falsas ilusiones. Este pueblo que no nos deja salir ni siquiera con los pies por delante porque la misma tierra nos reclama- mascullaba mientras cavaba la fosa.

Las nubes cubrían con su manto el cielo negro sobre la cabeza de Arnulfo, que sólo se detenía para quitarse el sombrero y limpiar con un paliacate los chorros de sudor, que bajaban en cascadas desde su cana cabeza y hacían pozas en sus ojos.

Los coyotes aullaban de nuevo a la noche como reclamándole la luna a la que no dejaba asomarse.

Al cabo de un par de horas y una fosa de casi tres metros, al fin un ruido metálico dibujó una sonrisa en la cara de un hombre extenuado, se apresuró a cavar hasta revelarse frente a él una pequeña olla de barro ya quebrada, llena de moneditas doradas que resplandecían con la danza de la llama dentro de la lámpara.

Arnulfo reía a carcajadas con los ojos muy abiertos y ansiosamente recogía las monedas metiéndolas en un costal que amarró a su cintura, trepó por el mecate que había atado al árbol y no encontró al asno, que había escapado soltándose de las amarras.  No le dio importancia, no sería difícil encontrar un buen cuaco en cualquier parte. Una vez tapada la fosa echó a caminar hacia San Juan, el poblado próximo, con el costal a los hombros.

El aire caliente y cargado de polvo se le colaba por las fosas de la nariz y le dificultaba la respiración, sintió la garganta más reseca que nunca y el calor lo bañaba en un sudor espeso, la sed incrementaba y el agua racionada no era suficiente. Había caminado hora y media hacia San Juan, apenas divisaba la “Colina del Coyote”, los límites de su pueblo, se sentía más extenuado de lo que recordaba haber estado alguna vez, el costal parecía más pesado.

Los gallos comenzaban a cantarle al alba cuando Arnulfo llegó a la colina, el punto que separaba al pueblo,  allá abajo estaba San Juan y atrás quedaba este lugar olvidado, lleno de miseria y sequía. Las piernas se le doblaban y el peso del costal era ya insoportable, sentía que el polvo había llenado sus pulmones y trataba de respirar ahogándose mientras el corazón se le quería escapar por el pecho, ya no podía transpirar, se le había acabado el sudor. El picor de sus brazos era insoportable y se rascaba tratando de aliviarlos, estaban secos como los de un cadáver ya carcomido por los años.


Cayó de bruces sobre la tierra seca y se arrastró tratando de llegar a la orilla de San Juan hasta que no pudo más, se abrazó al maltrecho costal que tenía frente a sí e introdujo la mano para aferrarse al botín,  abrió el puño frente a sus ojos y contempló el polvillo amarillento deslizarse sobre su cabeza y cegarlo, antes de estremecerse en el último estertor con el cuerpo seco hasta las entrañas y desbaratarse en pequeñas partículas sobre la tierra de San Ciro.

viernes, 20 de noviembre de 2015

De surrealismo y revolución

“No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”.

André Bretón definiría en esa pequeña frase a nuestro país luego de una mala (e increíblemente absurda) experiencia vivida durante su visita a la Ciudad de México para ofrecer una conferencia en la Universidad Autónoma de México. Esta frase ha sido interpretada desde entonces para hacer referencia de México como un país en el que las cosas más incoherentes e impredecibles pueden ocurrir, y aunque, si bien, el surrealismo es un movimiento artístico que se compone de fundamentos más complejos, como el estudio del inconsciente y lo onírico, también explora la realidad a través del absurdo, y Bretón estaba resumiendo a nuestro país en esta última característica mencionada.


El inmueble ha recibido a “líderes de opinión” de distintas áreas de la sociedad orizabeña, académicos, líderes sindicales, obreros y campesinos, ingenieros, empresarios; una mezcla heterogénea que sólo un acto político puede reunir en un mismo recinto. En esos momentos no importa la vestimenta, el conocimiento ni la cantidad de billetes que cada cual traiga en la cartera, al menos durante un momento, determinado por la duración del evento, ya al finalizar los términos despectivos volverán a aparecer para repelerse los unos a los otros: los “jodidos”, “apestosos”, “riquillos”, “rateros”, “ignorantes”, “indios”; pero no en el acto político, ni en un mitin, allí la igualdad resurge entre los mexicanos, resuenan las frases juaristas y zapatistas como una plegaria que habita en los labios, lista para salir como un relámpago ponzoñoso. Allí todos son demócratas, revolucionarios, juaristas o maderistas.

Entonces hace su aparición el demócrata mayor, el hijo predilecto de la sociedad orizabeña, dos veces electo conforme a preferencia popular, él ha traído el progreso a la ciudad, otrora privada de “privilegios”, ahora Pueblo Mágico, como en la etapa más próspera de nuestro país, resurge la Pluviosilla.

“Pienso donar, de forma personal, una estatua de Don Porfirio Díaz; quisiera su opinión como líderes de opinión (sic) de la ciudad,  sobre los efectos que tendría para Orizaba”, dispara.

Entonces por un momento el auditorio guarda silencio, muchos no atreven a ejercer una opinión, otros tantos han sido sorprendidos por su propia ignorancia.

“Es un patriota y merece todo el respaldo” sentencia César Silva, el dirigente sindical de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), y del Sindicato de Trabajadores de las Fábricas Textiles de Río Blanco”.

Entonces ahora todos son valientes y cultos, y ante la sorpresa del propio gobernante, la inmensa mayoría vota a favor de la propuesta, se colocará una estatua de bronce de cinco metros del dictador Porfirio Díaz Mori en la Plaza Bicentenario, que conmemora la Independencia y la Revolución (lo absurdo de lo absurdo, valga la redundancia).

“Injusta”, considera la reputación que se le ha dado al personaje histórico. 

“Para mí es un personaje como todos, con cosas buenas y malas… puso orden al país, creo que fue una persona que entró en un momento difícil, es el individuo que vino a darle soberanía a México” agrega el alcalde.

El gobernante elegido por voluntad popular popular puntualiza ante los cuestionamientos:

“No sé sí lo aprueben los políticos, pero, la verdad, no me interesa, me vale madre”.

Si usted, que lee estas líneas, tiene un conocimiento básico de la historia de México sabrá que efectivamente, Porfirio Díaz, durante más de 30 años en el poder, trajo la modernidad, la cultura, la industria y la más exquisita moda francesa a México, que aprovecharon las élites de la sociedad, a costo sin embargo de la explotación laboral de los obreros, campesinos, indígenas y clases marginadas a manos de los terratenientes, quienes los asesinaban como animales a voluntad y sin un dejo de justicia.

Gente que trabajaba en condiciones infrahumanas y sin los mínimos derechos laborales. Una época en donde quienes impartían “justicia” eran también los responsables de muchas injusticias. Tiempos donde se mataba por la espalda.

Sabrá también que para vergüenza de César Silva, el sindicato al que representa y el cual le confiere un poder y privilegios económicos, fue impulsado gracias a la muerte de los mártires de Río Blanco, lugar donde dio inicio la Revolución Mexicana, que lucharon por los derechos laborales y sindicales y fueron asesinados a sangre fría por el gobierno de Porfirio Díaz, y que la “R” de la CROC, a quien representa, es por “Revolucionaria” (aunque de esto tenga nada) y que fue la primera confederación de trabajadores de carácter nacional, surgida después de la lucha armada (en pocas palabras, que gracias a la revolución a la que se oponía Díaz Mori, tiene chamba).

Habría, por otra parte, que decirle al señor alcalde, que la democracia obtenida en una revolución mal finalizada y mal dirigida, lo llevó al sitio donde se encuentra ahora, y que de igual forma es la voluntad popular la que tiene el poder para decidir a quién levanta monumentos, y el que le valga madres, sale sobrando.

Finalmente, todo lo que pueda argumentar en estas líneas, será insuficiente, frente a esa breve y contundente frase de André Bretón, que nos resume en el más puro sentido del absurdo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Interstellar y la necesidad de reinventarse


La semana pasada por fin llegó a las salas locales de cine la esperada y más reciente entrega del popular director Christopher Nolan, quien apostó por construir una historia en el espacio, temática que parece volver a estar en su apogeo, asunto nada nuevo y que había tratado ya Méliès en 1902 (véase Viaje a la Luna) y que hace menos de un año le dio su ya mencionado hasta el cansancio galardón de La Academia al señor Cuarón.


Más que el tema espacial la gran interrogante para quienes hemos seguido la carrera de Nolan es ¿qué va a presentar? Hace unos meses un amigo director  me expresó (y creo es un comentario muy atinado), la necesidad del señor Nolan por reinventarse y salir de una zona de confort en la que comienza a repetirse constantemente y se ha hecho visible cada vez en mayor medida, Interstellar (o Interestelar, pa’pronto) es una cinta que nos da para discutir “hartamente” sobre este asunto.


Para los que aún no han acudido a ver el film es preciso antes que nada aclararles (para que luego no salgan decepcionados) que Interestelar según mi opinión más que ser una cinta de acción y aventura (que sí la hay)  es una combinación de ello y drama con ciencia ficción que a quienes esperen encontrar a un Bruce Willis sideral podría parecerles una película muy lenta.

Y sí, realmente es una historia que puede resultar agotadora, sobre todo para quienes son enemigos de sentarse en una butaca durante casi tres horas.

La película comienza a desarrollarse en un entorno apocalíptico, por alguna razón que no conocemos, el planeta Tierra se ha convertido en un territorio hostil y poco fértil para el desarrollo de la vida y en donde el polvo invade lo que se encuentra a su paso, la hambruna es cosa de todos los días debido a las casi nulas condiciones para el cultivo de alimentos, es entonces cuando entra en juego el ex piloto de la NASA Cooper, que se sacrificará dejando atrás a sus hijos para viajar a otra galaxia en la búsqueda de un planeta habitable ante la amenaza del fin de la raza humana y que conlleva a la muerte inminente de su familia.

Nolan regresa con una historia que coescribe como es costumbre junto a su hermano Jonathan Nolan y que para no perder el estilo es compleja y sinuosa de principio a fin, a lo que nos tiene acostumbrados básicamente.

Hay que decir que Interestelar es una película buena, pero tampoco podemos celebrar como memorable el trabajo del director, porque a pesar de contar con una historia sólida y que deja los mínimos cabos sueltos, además de poseer calidad en su fotografía, efectos especiales y una buena dirección de histriones, termina por presentar altibajos en la narrativa que nos hacen subir y bajar emocionalmente durante toda el film y que acaban desgastándonos un poco dado su larga duración.  Tal vez Nolan debió considerar descartar algunos caprichos en el guion y optar por hacer una cinta de menor duración pero más concreta.

El problema principal que enfrenta Nolan es lo que en algún momento lo catapultó como uno de los directores más importantes de la actualidad, y es precisamente lo que planteaba al inicio de este texto, sus recursos narrativos comienzan a ser fórmulas muy bien determinadas y predecibles: una pérdida humana no superada, llámense los padres de Bruce Wayne en Batman, la novia de Robert Angier en The Prestige o la esposa de Dom Cobb en Inception, la presencia de un objeto-símbolo en la trama que además llegará a ser clave, trama que por cierto se resolverá cuando al final se aten todos los cabos sueltos que se habían convertido en una maraña, pero que el espectador que conoce su trabajo ya no se traga tan facilmente y empieza a ordenar desde la mitad de la película.

Con todo esto no quiero decir que no sea válido por parte del director presentar constantes, los personajes de Spielberg siempre han perdido algo, el falso culpable en Hitchcock, la violencia en Scorsese, son parte del estilo, el problema es cuando tus constantes se tornan en A+B=C.

Definitivamente le perdonamos a Nolan mantener su estilo en su cinematografía, lo que sí debemos exigirle es reinventarse y no abusar de una fórmula base que ya se encuentra en el desgaste, y eso es lo que marca la diferencia entre la grandeza y la genialidad, lo que determina a monstruos como Kubrick.

¿Hay que ver Interestelar? Por supuesto, y hay que hacerlo en las salas de los cines, procure asistir un día no muy concurrido para que pueda disfrutar de la gran ambientación que logran la estética visual de la fotografía y el buen trabajo de los sonidistas.

martes, 23 de septiembre de 2014

Cantinflas; más inflada que Cantinflada


Hace algún tiempo me enteré de que finalmente, después de algunos años de rumores, se anunció la producción de una cinta sobre el llamado "Mimo de México" que sería lanzada a finales de este año, la noticia despertó mi interés (o mi morbo) por conocer el resultado del arriesgado proyecto, y digo arriesgado porque el cine mexicano no tiene mucha tradición en las cintas biográficas, y cuando se avienta el paquete  suele cometer pecados imperdonables (véase Zapata, El Sueño del Héroe. 2004, Alfonso Arau).

Debo aceptar que pese al mal trailer que presentaron hace un par de meses y a que el "sospechosismo" no me auguraba un buen resultado, guardaba una pequeña esperanza y ansiaba ver el filme, porque soy aficionado a la primera etapa cinematográfica de Mario Moreno, hasta hoy, aún después de observar los encabezados de las columnas de los críticos que lo despedazaban y que me resistí a leer para observarlo de la forma más objetiva posible.

Los poblemas de "Cantinflas" comienzan desde que se plantea la primera historia, porque el director decide contarnos dos historias de forma paralela que se desarrollan a ritmo semilento y que nunca terminan por encajar hasta casi el final de la película (y de forma burda). En ese primer punto narrativo observamos a Michael Todd, un productor de Broadway con el ambicioso proyecto de adaptar al cine la novela "La Vuelta al Mundo en 80 Días" del escritor francés Julio Verne, con muchas modificaciones e incluyendo participaciones especiales de grandes artistas de la farándula de Hollywood y del mundo, (Cantinflas incluido) que necesita conseguir de forma gratuita. ¿Notan como me estoy desviando demasiado del punto central?, exactamente lo mismo ocurre con la narrativa de esta primera historia en la que termina por parecer que el tema principal son las peripecias y retos que el productor debe sortear para realizar su pieza cinematográfica con Mario Moreno incluido (por si se les había olvidado). Es así que en la primera escena vemos a Barbara Mori ridículamente caracterizada como Elizabeth Taylor, con pupilentes color violeta (debo confesar que fue esto lo único que me arrancó una carcajada en toda la película) coquetear con Todd, antes de pasar a la segunda historia.

Una vez planteado lo que va a ser la primera línea narrativa, ahora Sebastián del Amo nos va a situar en el México del recuerdo de nuestros abuelos, en donde en las carpas surge la figura de Moreno que después de un par de escenas forzadas donde el personaje intenta boxear y torear, se gana repentinamente el éxito en la carpa donde lo corren el mismo día (porque la historia tiene que caber en dos horas).

Para la mitad de la película la historia del surgimiento de Cantinflas se desarrolló en una serie de cápsulas individuales que se van sucediendo cronológicamente sin un hilo narrativo que las conecte de forma adecuada, sino más bien una especie de chorizo (si buscamos una analogía adecuada), que por si no bastara se combina durante toda la cinta con la primera historia (que increiblemente tiene más fluidez que la segunda), provocando un efecto capaz de competir con el "Canal del Insomnio" ("El Canal del Congreso").

Las consecuencias de este desorden narrativo llegan a su máxima expresión cuando el director trata de mostrarnos los insípidos conflictos que se le presentan al personaje principal y a sus allegados y que nunca alcanzan una carga minimamente dramática porque jamás existieron en la historia detonantes representativos que los justificaran, por lo que llegan incluso a no tener sentido, ¿y a donde nos dirigimos?, a un pseudo clímax donde el segundo punto argumental parece inexistente y que tiene origen y se resuelve en diez minutos de la forma más melodramática posible.

Nos encontramos entonces con los últimos cinco minutos del filme en donde todo es felicidad al más puro estilo telenovelero (no en vano Televisa metió sus manos en el proyecto) con un desenlace que por si no era ya lo suficientemente predecible, la banda sonora nos lo va a gritar al oído.

Eso sí, durante toda la película pudimos ver representaciones de los personajes de la talla del fotógrafo Manuel Figueroa, Fernando Soler, Miroslava Stern, Dolores del Río, Pedro Armendáriz y Emilio "El Indio" Fernández, que parecen parodias de ellos mismos y que se sienten más necesarios en el film para Del Amo que la propia historia que nos presentó.

La figura emblemática de Cantinflas-Moreno, policromática e interesante, que lo mismo presentaba una cara humilde y compasiva que una soberbia, ambiciosa y neurótica, y que pudo haber jugado un papel importante en el drama, se queda de lado ante apenas un esbozo descafeinado del lado oscuro del personaje y que convierte a la película en un melodrama que nos deja una cuestión: o es Cantinflas sujeto de una gran admiración por parte del director o este último se vio limitado por los intereses de sus productores.

Hablando de la fotografía, cumplió su papel a medias y la corrección de color a una temperatura fría que nos muestra tonos más azulados y tan de moda en estos tiempos no son suficientes para darle el "gatazo" a la cinta que eso sí hay que decirlo, por presupuesto no se puede quejar.

Si me tuviera que quedar con algo, sería (contrario a muchos, tal vez) con la interpretación de Jaenada, que si bien en algunos momentos se percibe forzado, demuestra  haber estudiado y trabajado a su personaje hasta donde el guión se lo permitió, a fin de cuentas el actor no tiene la culpa de haber sido mal dirigido y desempeñarse en una historia totalmente plana y sosa que lo convierte más que en un actor en un mero imitador.

Finalmente que Oscar Jaenada sea o no mexicano, que si quien encarnara a Cantinflas debía ser hijo del maiz o no, es lo que menos me interesa, habría que recordarle al que se le olvide o contarle al que no lo sepa que hace más de seis décadas un señor de apellido Buñuel vino a nuestro país y realizó algunas de las más bellas y laureadas obras de la cinematografía nacional.



miércoles, 10 de septiembre de 2014

Puro Corazón

“Pero ¿con qué armas puede uno enfrentarse a la mala fe cuando se tiene la desgracia de ser puro corazón?” Apuró el último trago amargo que acentuaba el sabor a cebada y su bigote se empapó, antes de levantarse se llevó la manga de la camisa al mostacho y lo secó de una sola pasada mientras sus ojos releían una vez más la frase, que estaba escrita en la parte superior de la pared manchada del tugurio, y que sostenía en la esquina la figura de San Judas Tadeo con una ofrenda de agua y perejil, “Pero ¿con qué armas puede uno enfrentarse a la mala fe cuando se tiene la desgracia de ser puro corazón?”

Tambaleándose abandonó el lugar haciendo una señal que pudo haber significado cualquier cosa para cualquier fulano, para el hombre de la barra era una sentencia: ‘ai me las apuntas.

Se introdujo en la oscuridad y vagó por tres calles antes de identificar el camino a casa, al pasar por la catedral el reloj marcaba las cinco cincuenta y tres, él se puso el dedo sobre la sien y meditó.

Antes de retomar su camino cruzó a la acera de enfrente y en la única tienda abierta compró dos chlindrinas, una mantecada, un chamuco, un litro de leche y jugo de naranja.

Retomó su incesante recorrido no sin antes arquear un par de veces esforzándose por contener las bebidas en su cuerpo y al fin se detuvo frente a una puerta negra, entonces tuvo que apoyarse del poste de luz para encontrar las llaves dentro de su bolsillo. Después de una batalla con la cerradura se introdujo en una habitación sin luz donde el siguiente reto fue encontrar el apagador.

Al fin cruzó la sala y llegó al comedor, allí discretamente sacó de la alacena la porcelana y dispuso el pan sobre la mesa, sirvió dos tazas de leche y dos vasos con jugo de naranja, con un orgullo que se le desparramaba del pecho preparó un grito amoroso que se ahogó ante una voz chillona que lo sorprendió con los botones de la camisa abrochados en el sitio donde no correspondía y una marca de labial “rosa tropical” en la mejilla izquierda.

–¡Pinche borracho cochino!, ¿ya vistes qué hora es y todavía llegas con tu escándalo?-

El hombre apenas dio un paso atrás y su pie se encontró con media vajilla hecha pedazos por el piso,

-El desayuno- trastabilló.

-¡Que desayuno ni que la chingada!, ¿ya vistes el desmadre que hicistes?- reclamó la mujer con los ojos hinchados y el cabello desaliñado.

El hombre la miró fijamente y pareció perderse en los ojos de la esposa por unos segundos, entonces bajó la mirada y no contestó.

-¡Te estoy hablando! ¿por qué no me contestas?-

El beodo elevó los ojos y miró fijamente a la mujer, levantó lentamente el dedo índice de forma misteriosa y al fin convencido se expresó.

- Pero ¿con qué armas puede uno enfrentarse a la mala fe cuando se tiene la desgracia de ser puro corazón?-

lunes, 7 de mayo de 2012

Periodismo en Xalapa






















El siguiente artículo lo publiqué hace aproximadamente cuatro años en un medio alternativo de comunicación, hoy ante los sucesos que vienen ocurriendo en el último año decido publicarlo en este espacio, para buscar una reflexión crítica de la situación que se atraviesa en la actualidad, ya que, como lo notarán en el texto, a pesar de la vigencia que mantiene el tema postulado, las dimensiones del peligro que viven las personas que intentan ejercer la profesión se han incrementado de forma alarmante.


La realidad del Periodismo en Xalapa

Por José Jaime Martínez Arenas. 


El periodista, citando a Julio Scherer, es un hombre tan libre que hace suyos los acontecimientos que presencia, que nadie puede mirar de igual manera. Es pues su labor no sólo informar lo más veraz posible, sino generar la opinión pública, propiciar la reacción de la sociedad, brindar un servicio a la comunidad. Es por ello que difícilmente hablaremos del periodismo como tal en Xalapa, porque carecemos de suficientes medios que vayan más allá de un simple reporte de hechos, sin profundizar en causas,  sin medir implicaciones y consecuencias, sin emitir juicios y buscar esa reacción social tan necesaria.

Estamos pues rodeados de informantes de sucesos, que no reflejan la realidad cruda y dura en la cual vivimos, observamos en cambio chismes entre políticos locales, y donde pasa desapercibida la reflexión de acciones que, a veces, por encima parecen tan intrascendentes, como el hombre que roba comida en un súper mercado, pero que reflejan el estado en el que se encuentra la sociedad.

Entonces se nos presenta otra carencia, si hablamos de falta de periodismo, con mayor razón carecemos del periodismo crítico, reflejo del derecho a la supuesta libertad de expresión, y que sólo conocemos mediante algunas columnas de periodistas no locales, que aparecen en algunas publicaciones xalapeñas. 

La opción que parece ser el camino para la expresión crítica, es el periodismo alternativo, siendo éste el más viable para dar pie a este tipo de pensamiento, y aceptando que el periodismo que encontraremos en los medios masivos de comunicación, es un periodismo empresarial, que obedece a diferentes intereses y en los que será muy difícil escuchar juicios críticos.

Por otro lado tenemos la limitación de la expresión periodística por parte de las autoridades, que obstaculizan la labor del periodista sometido a los intereses económicos y políticos del medio de comunicación, o a la información impuesta por organismos de gobierno, la cual no corresponde a los hechos verídicos. Es entonces que el periodista vive con el miedo a las represalias ante la amenaza del poder público, a las corruptas autoridades, y a los ataques del crimen organizado.

Es importante la práctica en Xalapa de un periodismo como el que propone el señor Julio Scherer García, un periodismo de investigación a fondo, tal como el que él mismo siempre ha practicado, sustentado, que se enfoque en la denuncia y la crítica del sistema de gobierno, pues aunque sea tachado de inconforme, el periodista siempre tiene que informar acerca de lo que no se esta haciendo. Ya que lo que se hace bien, no perjudica, no así lo que se hace mal, lo sucio, corrupto.

El periodista xalapeño debe trascender en la práctica del periodismo, no de ser un mero informante, hay que echar una mirada al pasado, y aquí cito de nuevo al señor Scherer, “El periodismo padece la esclavitud del presente, pero no estaría de más volver”, no olvidemos que el presente está construido de acciones pasadas, es importante reflexionar acerca de los errores cometidos en el pasado, después de todo ese es otro objetivo del periodismo.

No tengo duda de que aquel que es incapaz de conmoverse ante la injusticia y la desgracia, no merece un título que no se gana en las escuelas, sino en el día a día, el título de periodista.

martes, 24 de enero de 2012

Del Olvido al No Me Acuerdo (Reseña)















Uno de los géneros cinematográficos que actualmente nos ha traído cierto reconocimiento a nivel internacional es el documental, aunque la sociedad mexicana apenas conoce los trabajos que se vienen realizando.

El documental nunca ha sido muy apreciado para los mexicanos, una causa es la razón de que se consume más ficción como fuente de entretenimiento, la otra es una consecuencia de la anterior, los cines son empresas que por supuesto exhiben lo que el público demanda, por lo tanto no es común ver documentales cinematográficos, mucho menos si estamos hablando de realizaciones netamente creadas por mexicanos.

Conocemos los logros que han obtenido las producciones de Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, quienes actualmente están proyectados, sobre todo por los medios de comunicación mexicana, como los representantes del cine mexicano a nivel mundial. Es un prestigio bien ganado, han triunfado en distintos festivales de renombre. Sin embargo creo que es muy atrevido afirmar que son los representantes del cine mexicano, serán más bien mexicanos que hacen muy buen cine, pero difiero al catalogar a Babel como algo digno de orgullo para nuestro cine, quizás en algunas exista un poco de producción nacional, pero no más.

Juan Carlos Rulfo es uno de los talentos que tenemos en el cine nacional, este documentalista mexicano, que ha logrado gran reconocimiento en el mundo, es hijo del escritor Juan Rulfo (cuestión que sólo menciono como dato, ya que realmente su talento no está justificado por la relación paternal).

Son tres sus obras, que se han consolidado dentro del cine documental internacional, por un lado su opera prima Del olvido al no me Acuerdo, En el hoyo y Los Que Se Quedan. En esta ocasión ahondaré en la primera.

Del olvido al no me acuerdo es la búsqueda de Juan Carlos a sus raices, a su padre, en similitud a la novela de éste, Pedro Páramo, donde el personaje principal va al pueblo de su progenitor para buscarlo, sin haber conocerlo.

Llano Grande, Jalisco es el lugar donde el cineasta (al igual que en la novela de su progenitor) busca en los desiertos, los parques, las esquinas, pero sobre todo la memoria de aquellos que han envejecido en el lugar, las huellas de su padre. Apoyado por la memoria de su madre, de grandes literatos mexicanos que tuvieron gran amistad con él.

Juan Carlos se da cuenta de que la memoria no resulta ser tan fiel, su padre apenas pareciera haber existido, más bien se ha convertido en un mito, los personajes nunca llegan a una conclusión clara, se queda allí el escritor, en el limbo, ¿Algún día vivió en allí como ahora intenta sobrevivir en la memoria?

La cinta nos acerca a una generación de principios del siglo XX y nos revela sus características, costumbres, idiosincrasia y cultura, su perspectiva de la época actual, de una forma tan sincera que conmueve, es un cúmulo de recuerdos que a fin de cuentas no llegan a nada (¿no terminaremos siendo acaso más que eso?), sólo a la vejez que los ha sorprendido. Juan Carlos hace tan familiares a sus personajes y nos demuestra que todos tenemos algo importante que decir.

Tomas aéreas, planos generales que nos muestran los paisajes de la región, los acercamientos a los personajes nos dan una sensación de familiaridad, un gran trabajo del fotógrafo Federico Barbabosa digno de ser destacado.

Del Olvido al No Me Acuerdo es el pretexto perfecto para acercarse a aquellos que se encuentran en el olvido, pero que fueron parte de nuestros antecedentes, la historia no oficial, la que construyó nuestro presente.

Mira el trailer:

Mira la cinta completa: